4 de diciembre de 2008

¿A dónde se va el amor?

Estaba sentada junto a la ventana de su nuevo hogar, procurando permanecer lo más cerca del radiador sin quemarse las piernas. Veía llover. A eso se dedicaba últimamente.
Cansada de mantener el cuello en la misma posición, repasó con una mirada carente de todo interés las paredes del minúsculo estudio abohardillado. En un último recorrido visual, sus ojos se encontraron con un pequeño papel tirado en el suelo, justo debajo de la puerta. Alguien lo había deslizado desde afuera.
Caminó hasta la puerta, pocos pasos le valieron, y cogió entre sus dedos el misterioso objeto. Abriéndolo con cautela, casi con miedo tomando en cuenta que nadie la conocía en esa ciudad, descubrió una sola pregunta caligrafiada en el centro del papel.

"¿A dónde se va el amor?".

La pregunta, definitivamente, no estaba dirigida a ella. Se había ido, es cierto, pero lo había hecho precisamente porque no la amaban.

¿Sería posible que el mensaje proviniera de algún corazón que latía en secreto por ella y que la había seguido hasta ahí? Eso era muy improbable, ya que, en ese caso, no era válido que le preguntase "¿a dónde se había ido?", pues era obvio que se había ido a esa ciudad donde el inquiriente la encontró.

¿Y si la pregunta estaba dirigida al anterior ocupante del estudio? En ese caso, ella no podía resolver la duda del desafortunado amante... desafortunado porque no tuvo la suerte de ser el que se fue, al que esperan, al que lloran...desafortunado porque se quedó en calidad de abandonado, incluso olvidado, ya que el otro no tuvo la decencia de informarle su nuevo paradero.

"¿A dónde se va el amor?"

"Tal vez ese amor sigue en este estudio", pensó ella. Tomando en cuenta que el que se fue no se llevó su amor consigo, porque de lo contrario se habría quedado, ese amor tenía que estar ahí, en alguna parte.

Revisó cautelosamente la habitación para asegurarse de que no tenía ni grietas ni fugas por donde ese añorado amor pudiese haber escapado. Con una angustia casi punzante recordó el espacio que separaba la puerta del suelo, esa ranura por donde el mensaje había entrado y por donde bien se podría haber ido el amor, pero inmediatamente respiró con tranquilidad. "No puede haberse ido por ahí, porque se hubiera encontrado con el amante que le ha estado esperando allá afuera".

Ahí, de pie en el centro del estudio, miró el espacio vacío con un enfoque completamente nuevo. Se dio cuenta de que ahí dentro se podía respirar un ambiente intenso, que la atmósfera no era igual a la del pasillo y que algo, definitivamente, convivía con ella todo el tiempo.

"Aquí está", escribió con gruesos trazos redondos en el papel, inmediatamente debajo de la pregunta.

Se acuclilló, empujó suavemente el papel hacia afuera y, antes de que pudiera ponerse de pie nuevamente, escuchó el inconfundible repiqueteo de su timbre sonar.

3 comentarios:

Luis dijo...

¡¡¡Gran cuento!!!

Dawn A.G. BlackRaven dijo...

Deliciosamente encantador...

Astro dijo...

Gracias a ambos. Esperemos que al final de esta serie pueda contestar a la pregunta. Todo un reto tomando en cuenta mis escasas aptitudes en estas cuestiones.