12 de enero de 2010

Lista enemiga

El 2010 y yo nos estamos llevando muy bien (dos buenas noticias y una gran idea me han caído del cielo desde mi último post); las que no nos estamos llevando nada bien somos la peluquera de la esquina y yo. ¡Hija del mal! ¿Cómo se puede tener tan mala leche? Ha agredido impúdicamente tanto mi hermoso pelo como mi pobre cuero cabelludo. ¿Quién puede querer hacerle daño a tan indefenso e inerte elemento de la anatomía humana?
Me jaloneó mi cabellito. Me dio de cepillazos en la oreja y en la nuca. Yo hacía muecas de dolor a tutti plen pero la otra ni en cuenta. Seguía como posesa jaloneándome.
Ojalá que la próxima vez que vaya al dentista le encajen el aspirador hasta la campanilla y que cuando vaya al sastre le claven alfileres por toda la pantorrilla. Así aprenderá que las profesiones que incluyen contacto con el otro pueden y deben hacerse con mayor delicadeza.
Mientras tanto, yo me dedicaré a verla feo cada vez que pase enfrente de su cuchitril.

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