5 de junio de 2009

Sh

No es hombre ni mujer. No es nada y lo es casi todo cuando sientes que te acecha en los rincones oscuros de la casa. Pero ella en realidad no acecha, no hace nada, es una sombra que siente vergüenza de sí misma, de lo que se esconde detrás de ella.
Está hecha de pesadillas no resueltas, de incontnencias y malas intenciones. Sus entrañas la devoran y por eso las esconde detrás de un velo negro apenas lo suficientemente grande para que nadie la vea si consigue estarse quieta. Pero uno la presiente y en las malas horas la alimenta.
Es una sombra que no puede evitarse a sí misma, que se siente crecer y ríe, ríe, ríe y no ríe por no llorar, porque llorar no está en su naturaleza. No hay agua en su composición, ni piel, ni músculos, ni vida ni nada... si acaso humo.
Es la espesura en estado puro. Lista para devorarnos muy a su pesar. Impotente cuando la atravesamos y nos regodeamos en su contenido. Tan inmensa y tan pequeña como la queremos, como la provocamos.
Una sombra que jamás desaparecerá pero que podría hacerlo en un chasquido. Solitaria, deambulante, pero siempre ahí. ¿Qué es?

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