20 de noviembre de 2008

Proxemics

En una de mis tantas lecturas de investigación descubrí algo llamado proxemics o proxémica, que es (y cito) el estudio de cómo las personas estructuran inconscientemente el espacio físico que les rodea. En pocas palabras, el estudio de la burbuja personal.
Yo, a partir del descubrimiento del término, me declaro proxemifílica (aunque la derivación esté mal empleada). Mi burbuja personal es algo muy preciado para mí, tanto que he instalado una burbuja que proteja a mi burbuja personal. No soporto que nadie violente el derecho de mi burbuja a tener a su vez una burbuja, lo cual implica que mi deseo es, por lo regular, que la gente se mantenga a una más que prudente distancia de mí.
Ironías de la vida... justo escribiendo este post alguien toca la puerta de mi mini-despacho. Me toma del brazo para obligarme a acercarme a él y me dice, demasiado cerca de mi cara, no sé qué. Sí, no-sé-qué... cómo voy a poner atención a lo que me dice alguien si está TAN cerca de mí, por el momento sólo puedo pensar en el terror que me provoca la cercanía, en la incomodidad que me produce constatar por el aliento que arroja de lleno en mi cara los ingredientes de su desayuno y la rabia que me da ser una persona amable incapaz de pedirle que me suelte.
Según los estudiosos del tema -entre los que se encuentra Flora Davis-, la amplitud de la burbuja no es fija y depende de la persona, así como de la relación que tenga con el interlocutor. A mi amado le permito que entre, salga o viva, si así lo quiere, en mi burbuja personal, pero de los demás no me gusta ni siquiera que se me queden viendo fijamente sin un motivo justificable. Mi burbuja reacciona ante las miradas de forma muy agresiva, incluso si las descubre por la retaguardia (que en el ámbito de las burbujas es una actividad plenamente legal).
Yo no creo que sea neurótica, sinceramente. Lo que creo es que la gente ha dejado de leer y, por tanto, de enterarse que existimos sujetos sensibles con dos o más burbujas dignas de respeto y que existe una teoría como la proxémica que las valida.

2 comentarios:

Dawn A.G. BlackRaven dijo...

No. No es ser neurótico. Simplemente hay quienes adoramos la comodidad y la protección de nuestra burbuja porque nuestra sensibilidad no es propiedad del dominio público ni mucho menos deseamos que lleguen a irrumpirla de improviso, sin nuestra autorización...
En el espacio de mi oficina que comparto con 5 personas más soy muy criticada por esto mismo...Me molesto y subo mi grado de mamonería: Cuando siento invaden mi burbuja, para contarme un chisme absurdo, porque les da por subirle al radio para escuchar Juan Gabriel o porque simplemente no estoy de humor para socializar...

Está bien eso de que el ser humano es sociable por naturaleza, pero al mismo tiempo también tiene derecho a esa burbuja...lejos de los demás...

Astro dijo...

Así es... pero no parece haber consenso en ello. Tal vez si inventaran una ley del tipo de la de "miradas lascivas", nuestras burbujas podrían encontrar amparo en el marco de lo institucional.