14 de mayo de 2009

Sutil felicidad

Todos estamos llenos de buenas intenciones...o por lo menos eso queremos pensar. Pero hoy he dado un paso más. Desde el lunes comenzaré a trabajar en el departamento de publicidad y marketing de Amnistía Internacional. No me pagarán, por supuesto, porque no pueden. Desafortunadamente con las crisis económicas el altruismo es lo primero que se pierde y la gente deja de apoyar la causa...cualquiera que esta sea. Pero no me importa. Me he pasado la vida soñando con el día en que pudiera hacer algo por ayudar a los demás y ahora puedo.
Visto desde este punto de vista mi situación actual es más una oportunidad que un problema. Además, si lo pienso bien, ¿por qué dedicar varias horas de mi día convenciendo a la gente de que compre zapatos o elija esta u otra marca y no dedicar un tiempo a convencerles de que les importe aunque sea un poco lo que le pase a otro ser humano?
Yo sé que muchos pensarán que la humanidad está perdida, que mientras haya sociedades habrá oprimidos y que nunca se podrá conseguir un estado ligeramente aceptable de respeto a los derechos humanos. Puede ser. Pero creo que decir esto desde un cómodo sillón tampoco favorece mucho a que cambie la situación. Si no puedo cambiar la parte cruel de la naturaleza humana, por lo menos no quiero sumergirme en ella. Quiero intentar que las cosas cambien, aunque no lo hagan, y si lo hacen, saber que participé aunque sea un poquito.
En los tiempos que corren pareciera que sentirse orgulloso de uno mismo y exitoso dependen únicamente de conseguir un alto puesto en alguna organización y el salario que dicho puesta conlleva. Sin embargo, me parece que no taparse los oídos, abrir bien los ojos y prestar las manos para salvaguardar la dignidad de personas que no han tenido tanta suerte como nosotros también debería ser motivo de orgullo.
Así que hoy me siento feliz. Estoy cumpliendo uno de mis tantos sueños. Sé que lo tendré que dejar de hacer cuando encuentre un mejor modo de subsistencia y que los resultados en Amnistía se darán a cuentagotas, pero aún así me siento feliz...

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